¿LIBROS CON ERRORES?


  Hace tiempo leí un libro de una editorial de bajo costo que llamó bastante mi atención, y no fue por su contenido, sino por el número de faltas ortográficas y gramaticales que tenía. Pasé por alto el “inconveniente” pensando que era una problemática asociada a un bajo presupuesto; no obstante, cuál va siendo mi sorpresa que un par de meses después me veo frente a la misma situación, aunque en esta ocasión no se trataba de un sello editorial pequeño ni tampoco de un libro de bajo costo. En fin, estaba sorprendida por la cantidad de errores, uno más bárbaro que otro; sin embargo, dado que no pretendo señalar a nadie, sino exponer un punto, evitaré mencionar las editoriales y los títulos de los que hablo.

  Debo admitir que desconozco cómo se lleva a cabo el proceso de revisión en una editorial, imagino que en algo influye que ambos títulos hayan sido escritos originalmente en inglés y que debe permitirse cierto margen de error en las publicaciones, pero tras haber trabajado por años como editora en un medio de comunicación impreso, me queda claro que definitivamente algo falló en estos dos casos, aunque es posible, lo admito, que mi experiencia laboral influya en mi percepción.

CALIDAD Y PASIÓN

  Steve Jobs dijo “La única forma de hacer un trabajo excelente es haciendo lo que amas”, y tiene toda la razón. Los editores y correctores debemos sentir pasión por las letras para poder realizar nuestra labor con la mayor precisión posible, tenemos la responsabilidad de hacer bien las cosas. Se supone que nuestros ojos están “educados” para detectar errores y que los conocimientos que poseemos nos permiten estructurar adecuadamente las oraciones y, por tanto, identificar cuando es necesario modificarlas, y si de pronto nos asalta una duda, estamos obligados a  investigar, a revisar cada página con detenimiento, para eso nos contratan; y no solo me refiero a las letras y palabras como tal, sino también a los descuidos que pueden tener los escritores, por ejemplo, una vez leí un libro en el que los ojos de uno de los personajes fueron descritos como castaños y después el autor se refirió a ellos diciendo que eran azules; en otro, la historia mencionaba un billete escondido en un calcetín y varias hojas después, resultó que el dinero estaba en el bolsillo del pantalón.

  Estoy consciente que la edición de un texto puede ser una ardua labor, pero a eso nos dedicamos; aceptar un trabajo implica el compromiso de realizarlo con los más altos estándares y eso, en ocasiones, incluye tener que leer sílaba por sílaba una y otra vez para asegurarnos que todo está escrito correctamente. ¿Suena exagerado? Tal vez, pero las letras lo exigen y lo valen. Los lectores merecen calidad, la forma en que se expone el texto de un libro es tan relevante como su contenido, como la misma idea; necesitamos que las personas lean más y este tipo de detalles restan, es difícil disfrutar de un texto que está plagado de errores; ¡la sintaxis y la semántica son importantes! Las fallas dificultan la lectura y reducen su disfrute. Hagamos la parte que nos toca con empeño, a conciencia, de manera que al finalizar no tengamos la menor duda de que lo hemos dado todo.


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