"EL CASTILLO DE CRISTAL"
La familia es ese pequeño círculo de
personas en el que la mayoría nos sentimos cobijados, pero ¿qué sucede cuando
los padres, que deberían proteger y proveer, son espíritus libres incapaces de
asumir sus responsabilidades?
Narrada en primera persona, esta
historia autobiográfica, y me atrevería a decir, con cierto tinte novelesco,
comienza con un encuentro casual; Jeannette, una reconocida periodista que vive
en Nueva York, viaja en un taxi cuando descubre a su madre hurgando en un
contenedor de basura. Las circunstancias de las dos mujeres son diametralmente
opuestas, nadie podría imaginar que ellas están unidas por un fuerte lazo y
que, pese a lo diferente de su presente, compartieron un pasado que aunque en
muchas ocasiones fue duro y complicado, en algunas otras, estuvo lleno de amor
y aventura. Pues bien, es precisamente este evento el que emplea la autora para regresar el tiempo, específicamente a cuando ella tenía tres
años de edad.
Apenas empieza la trama, queda en
evidencia que Jeannette creció en el seno de una familia profundamente
disfuncional. El padre, Rex Walls, es un hombre inteligente, apasionado y
carismático, pero su alcoholismo y arraigadas convicciones lo convierten en una
persona destructiva y poco fiable que cada tanto se ve obligada a huir de los
problemas y las deudas que lo acosan; la madre, Rose Mary, aspirante a pintora
y escritora, que con un título de profesora bajo el brazo se niega a trabajar,
no asume ningún compromiso, aborrece las reglas y se preocupa poco o nada por
el qué dirán. En estas circunstancias, los cuatro hijos de la pareja –Lori,
Jeannette, Brian y Maureen– crecen mudándose de un sitio a otro sufriendo
enormes carencias, mientras se cuidan a sí mismos y sobreviven como pueden hasta
que llega el punto en el que el deseo de un futuro con mayor estabilidad se
hace realidad y consiguen huir de esa dinámica familiar, pero sus padres, que
los quieren a su manera, se harán presentes sin importar qué tan lejos vayan.
Honestamente, tras leer unas cuantas
páginas, creí que este libro no me atraparía, pero lentamente lo logró y
conforme avanzaba quería saber más y más. La historia está llena de
claroscuros, la vida de la familia Walls tiene episodios que rayan en lo
penoso, sin embargo, también hay cierta magia en algunas de sus experiencias.
No sé cómo explicarlo, supongo que lo más acertado es decir que “El castillo de
cristal” me dejó una sensación ambivalente, por un lado, las circunstancias en
las que tuvieron que crecer los chicos resulta desgarradora por su precariedad
y dureza; pero, por otro, sentí que los padres, aunque los condenaron a muchas
privaciones, de cierta manera tuvieron la valentía de ser fieles a sus
creencias, de llevar la vida que querían… para bien o para mal, porque es
indudable que ambos eran dueños de una gran inteligencia e incluso, la madre
llegó a contar con recursos que pudieron representar una enorme diferencia para
todos y prefirió no hacer uso de ellos. Aunado a lo anterior, también cabe
destacar el futuro que se forjaron los hermanos Walls, lo que no hace más que
ejemplificar que sin importar de dónde se proceda, siempre hay una luz al final
del camino a la que se puede llegar con esfuerzo y dedicación.
En fin, si quieren conocer la
respuesta a la pregunta que formulé en el primer párrafo, lean “El castillo de
cristal”; y, no se preocupen, la lectura es ligera, recuerden que es una
periodista la que está detrás de sus letras.
Por cierto, si les gusta la historia, les comento que fue adaptada a la pantalla en 2017. Aquí les dejo el tráiler.
Título: “El castillo de cristal”
Autora: Jeannette Walls
Editorial: Debolsillo
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