EL APELLIDO QUE SE CONVIRTIÓ EN VERBO


   El verbo boicotear, que significa impedir o entorpecer la realización de un acto o proceso como medida de presión para conseguir algo, tiene su origen en un nombre propio: Charles Cunningham Boycott. ¿Quién fue este hombre? Pues un administrador británico que allá por 1880 se encargaba de supervisar los intereses de los terratenientes en Irlanda, un personaje que no sólo se ganó la fama de explotador, sino el repudio de los campesinos que hartos de su trato acordaron que ninguno de ellos le compraría o vendería nada ni trabajaría para él. Según la historia, Boycott los amenazó con tomar acciones legales, pero como para ese entonces la resistencia ya contaba con el respaldo del pueblo y la Liga Agraria Irlandesa, en lugar de solucionar la situación aceleró su marginación social y comercial, pues dadas las circunstancias la población optó por extender el rechazo a todos los que colaboraran con él. Esta lucha, que culminó con el administrador siendo obligado a abandonar el país, fue cubierta por varios medios de comunicación, entre ellos el periódico londinense "The Times" que utilizó el término boicotear para describir el acto de excluir a alguien de manera sistemática y organizada, un verbo que con el tiempo comenzó a aplicarse a cualquier acción de abstención colectiva pacífica cuyo fin es perjudicar a una persona o entidad que comete una injusticia.





 

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