CHARLES DICKENS Y SU OBSESIÓN CON EL NORTE


   El autor de clásicos como “Oliver Twist”, “Grandes esperanzas” y “Cuento de Navidad” no sólo era un maestro de la narrativa, sino un hombre obsesionado con la rutina, el orden y la limpieza, pero había algo aún más curioso en su comportamiento: tenía una fijación por el norte, ya que insistía en dormir con la cabeza orientada hacia dicho punto cardinal. ¿Por qué? Digamos que creía firmemente que esa posición lo ayudaba a combatir el insomnio y a mantener la salud, el equilibrio y hasta la creatividad, de hecho, aunque no hay evidencia, se dice que procuraba apuntar hacia el norte mientras escribía.

   ¿Cuál fue el origen de esta conducta? La fuente parece ser la teoría del magnetismo animal formulada por el médico y filósofo alemán Franz Mesmer, teoría que sostenía que todos los seres vivos estaban influenciados por fluidos de energía invisibles similares al magnetismo terrestre cuyo bloqueo o desequilibrio causaba enfermedades. Hoy se sabe que el llamado mesmerismo carece de bases científicas, sin embargo, en aquella época muchos lo aceptaban como válido y, por alguna razón, comenzaron a dormir con la cabeza orientada hacia el norte creyendo que al hacerlo equilibraban su energía vital, entre ellos, Dickens, quien en sus viajes siempre llevaba una brújula para asegurarse que su ubicación era la correcta.






 

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